El escribano en Cuba filetea su hoja con agua salada. Picotea unos pancitos, y sigue con su tarea de esconderse de la vista de los intrusos. Unos que les tiran besos, y babean un poco.
El día que los conocimos brillaban al sol y disfrutaban del clima cálido, de ése mar que en nada se parece al de Miramar y su témpano en la orilla.
Durante la visita se mantuvieron cautelosos pero cercanos. Nos rodeaban todo el tiempo, y desaparecían en la línea con el cielo.
Volver de ésa travesía fue la paz infinita.
Fue el silencio necesario para descubrir que un pan y unos pescados volvían a significar en mi vida tanto como hacía unos años atrás.
El día que los conocimos brillaban al sol y disfrutaban del clima cálido, de ése mar que en nada se parece al de Miramar y su témpano en la orilla.
Durante la visita se mantuvieron cautelosos pero cercanos. Nos rodeaban todo el tiempo, y desaparecían en la línea con el cielo.
Volver de ésa travesía fue la paz infinita.
Fue el silencio necesario para descubrir que un pan y unos pescados volvían a significar en mi vida tanto como hacía unos años atrás.