domingo, 13 de marzo de 2011

NO TODOS LOS CAMINOS CONDUCEN A ROMA


Si al llegar, Roma te sorprende con una tarde lluviosa, tomalo como un buen augurio; comprá un paragua multicolor y caminá sin apuro hasta Piazza Navona, para ver cómo se apuran los artistas mientras guardan sus cuadros, o esperá, sentado y seco en Piazza Spagna, hasta que alguna tana con facha de modelo se precipite escaleras abajo.
Sacá a relucir tus codos y atravesá la masa de orientales que habita en la Fontana di Trevi, parapetate en el borde mismo de la fuente pero no tirés una moneda, aún cuando ellos, los dueños del mundo, arrojen sus yenes para sentir que van a volver a Roma.
Visitá cuanto puedas pero dejá algo por hacer. Cerrá los ojos si es necesario; no veas eso último que querías ver. Dáte media vuelta, ofrecele la espalda a tu curiosidad, y marchate con el corazón hermosamente triste. Sólo vuelven a Roma los que no han visto todo, los que no han hecho todo.
La Capilla Sixtina seguirá siendo, para mí, uno de esos lugares imprescindibles de Roma de los que, deliberadamente, he prescindido.

No hay comentarios: