martes, 15 de marzo de 2011

Viaje y llegada a Roma

Me parece que voy tener que seleccionar qué escribir. No pasamos ni un día en Roma y ya tengo mil cosas para decir.
Primero lo primero: el viaje fue tedioso, como todo viaje largo. Por lo menos viajamos con los Teen Angels, y sabíamos que Dios jamás permitiría que se pierdan tamaños talentos, así que la travesía pasó sin miedo a las turbulencias. La espera en Barajas fue densa, pero por suerte nos tocó un avión con un montón de gallleguitos que se ve que iban de viaje de egresados a Roma, y la pasamos re bien (un detector de sarcasmo! qué útil!)

Llegamos a Fiumicino y le escapamos a la policía aeroportuaria. Entramos sin ninguna consulta, como si fuéramos tanos. Nos tomamos un micro muy simpático que salió 8 euros cada uno y en menos de 40 minutos estábamos en Plaza Cavour a unas cuadras del hotel. Dimos muchas vueltas con las pesadas valijas (debo confesar que mi valija pesa mil kilos) y llegamos al Hotel Adriatic, ubicado a unos pasos del Castel Sant Angelo y de la Ciudad del Vaticano.
El hotel resultó ser muy cómodo y agradable. La habitación tiene vista a la calle y tenemos tele y wi fi.
Después salimos a caminar un rato. Juan quería mostrarme un par de lugares de los cuales me di cuenta, que está enamorado... Fuimos primero por la zona del Puente que corta el Tíber y que da a Sant Angelo. Después fuimos a la Plaza del Vaticano. No pudimos evitar entrar a la Catedral de San Pedro. Yo creo que todavía no acostumbré mis ojos a las cosas que tiene Roma. Miraba todo y no podía decir una palabra. Después de una breve recorrida, comimos una golosina, sentados al pie del obelisco de la plaza y nos mandamos a meternos entre las pequeñas callecitas romanas.
Ahí creo que encontré lo primero que buscaba en Roma. Esa cosa de barrio, de lugar cálido, y a la vez con una cultura que te aplasta. Encontramos un paseo de negocios de restauración y arte. En ese trayecto, no pude dejar de pensar en las cosas que hacía mamá con Coky. Creo que por primera vez encontré de dónde viene su manera de ver el arte. Todo era tan familiar!

Terminamos yendo a PLaza Navona, a Campo dei Fiori, al Campidoglio, al Altar de la Patria y al Panteón. Comimos velozmente unas bruschettas y una pizza margherita y terminamos agotados.

Ahora estoy solita en la terraza del hotel. Juan se volvió a la habitación porque acá está haciendo frío.
Y como yo tampoco soy de piedra... me parece que me mando a descansar también. Les juro que me siento como los Flanders. Cuando nos sentamos a comer, no eran ni las 20hs.
En fin... mañana espera un día largo. Espero que Juan tenga ganas de escribir.

1 comentario:

Toti dijo...

Sunshine:
me ponés los pelos de punta, es como si estuvieras acá contándomelo y sin embargo estás allá disfrutándolo.
Qué lindo, te voy a escuchar y te voy a pedir que me lo cuentes 1 y mil veces.
Te extraño, más de lo normal, porque sé que estás tan lejos y estás viviendo estas cosas que también quiero vivir con vos.
Ya vendrá el día que vayamos juntas!!!
Sepan que les vamos a seguir todos los pasos... así que quiero TODOS los números de vuelos, y aeropuertos (porque viste como es París, la gare de esto y de lo otro) para saber cuándo llegan.

Se los quiere y extraña
Y aprovecha ese conocimiento juancístico, que el día de mañana aprovecharé yo de ti.
Un besote enorme y porteño.